Lente tuerto
Por: Alfredo Molano Bravo
HACE YA UNOS AÑOS SOLÍA VER Pasar a don Andrés Hurtado García, hermano marista, con su cola de estudiantes a la zaga atravesando caños en Serranía de la Macarena, o navegando por el río Guayabero.
Las excursiones que hacía por territorios desconocidos para niños de colegio eran encomiables por ser a pie, matando mosquitos y espantando culebras. Sostenía una tradición roussoniana —recuérdese a Bolívar y a su maestro Simón Rodríguez atravesando a pie los Alpes— que en el país cultivó don Agustín Nieto Caballero, fundador de la Escuela Nueva, una renovadora doctrina pedagógica. Caminar es conocer y en este sentido Andrés Hurtado se las conoce todas. No sé ahora que viaja en tours organizados por empresas turísticas aéreas, según se desprende del conocimiento detallado de los negocios entre el Ministerio de Vivienda y Medio Ambiente y los afortunados concesionarios que obtienen la gracia de administrar las bellezas de los Parques Nacionales. Mi crítica a las concesiones privadas es simple: mucho trabajo, mucho sudor, mucha plata y hasta sangre ha costado conservar esas reservas para que hoy el Gobierno les otorgue el privilegio de vender ese goce a dos o tres empresas. Porque se trata de un negocio, mondo y lirondo. Los concesionarios, que son varios, como me lo explicó en su columna don Andrés, a quien sigo admirando, adquieren el derecho de vender el goce de mirar un colibrí, una ballena, un frailejonal y, naturalmente, de excluir de ello a quien no pague. Simple. Es una concesión de la potestad de exclusión.
El argumento de Hurtado García, como la de los partidarios y propagandistas de la privatización, es que el Estado es pésimo administrador sin decir, por supuesto, que desde la administración pública se ha facilitado —y aun perseguido— calculadamente ese resultado. Algunos concesionarios, por lo demás, son acreedores del Estado. En la misma época en que nos encontrábamos con Andrés Hurtado en La Macarena, en las oficinas de la Presidencia de la República —presumo que en otras entidades públicas también— la dichosa firma de viajes había instalado una oficina privada de venta de pasajes al Gobierno, firma que es la misma que ha participado en cinco concesiones ganadoras de parques. A lo que me opongo es al maridaje entre la empresa privada y el Estado: a que el patrimonio público termine como activo de una empresa privada.
Andrés Hurtado García es un gran fotógrafo. Un excelente fotógrafo. Su ojo es el lente que ha captado todas las bellezas de "nuestro lindo país colombiano", como lo llamo Samper Ortega. Su sensibilidad ha contribuido a la divulgación de lo que ignoramos. Aunque sólo de lo bello que se desconoce. No conozco una sola fotografía de Hurtado que muestre los daños que hace la ganadería extensiva en las selvas, la minería de empresas multinacionales en las cordilleras; o del envenenamiento de ríos, de la cacería de tiburones en el Pacífico. No le he visto fotografías del basurero de San José, cerca del Batallón, donde los chulos se alimentan de "morracos". Ni siquiera de las familias desterradas que piden limosna cerca al colegio Champagnat de Bogotá. Si las toma, las esconde. Es como si lo feo y lo malo no existieran. Qué lejos esta don Andrés de un Sebastião Salgado, el fotógrafo brasileño que muestra sin miedo —y a riesgo de ser blanqueado de cocteles— toda la violencia y la desesperanza de esta gran humanidad doliente. Hurtado imprime luces sin sombras; no mira sino para un solo lado. ¿Para qué mirar al otro, se diría, si ese no se vende para ilustrar almanaques, libros de sobremesa o postales?
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Alfredo; Soy asiduo lector suyo como lo soy también de Andrés Hurtado, y sin lugar a dudas la razón en ésta polémica le asiste al fotógrafo. Hurtado tiene un profundo y verdadero amor por la naturaleza que va por encima de cualquier consideración política. Hurtado es de hecho un gran crítico de la clase política y no pertenece a ella ni hace política, a diferencia de usted, por lo que es sin duda una persona mucho más imparcial. Además la columna de Hurtado muestra que hay investigación al respecto y su conocimiento de estos parques antes y después de ser concesionados demostrando sus mejorías en instalaciones y cuidado del medio ambiente -que en últimas es lo importante- son totalmente creíbles.
Por último Alfredo: Me parece una parodia que usted tenga el atrevimiento de criticar a Andrés Hurtado como fotógrafo por el hecho que se ha especializado en retratar los sitios más hermosos de Colombia dejando a un lado otros temas como los daños de la ganadería extensiva, contaminación, etc, etc.. Lo irónico es que usted critica a Hurtado por retratar sólo paisajes bonitos siendo que usted como sociólogo, escritor y columnista hace exactamente lo mismo pero al revez: Sólo sabe criticar absolutamente todo lo que hace el Gobierno y nunca es capaz de aplaudirle si quiera un logro: es decir que ud sólo mira lo malo y lo feo pero nunca lo bueno. Hurtado retrata lo bonito para enamorarnos del país pero como columnista escribe lo malo para consientisarnos (sic). Aprenda de él.
AndresDiazB